miércoles, 27 de junio de 2012











MINERALES 






El aporte de minerales puede verse comprometido en el anciano debido a las mismas causas que en el caso
de las vitaminas:  menor apetito, dificultad de masticación, alteraciones endocrinas, digestivas y renales, e interacción con fármacos.


Con la edad, la absorción de Calcio va disminuyendo en relación con la disminución de la secreción ácida gástrica y los niveles más bajos de vitamina D.
Además la disminución de la actividad física y la menopausia favorecen la pérdida de masa ósea.


Las recomendaciones de calcio son incluso superiores a los: 1000
mg/día hasta los 65 años y 1500 mg/día a partir de los
65 años y para todas las mujeres menopáusicas sin
tratamiento estrogénico.

Algunas enfermedades y medicaciones como los
diuréticos pueden provocar un déficit de Magnesio
y, en consecuencia pueden producir un mayor riesgo de síndrome de fatiga
crónica, enfermedad cardíaca, osteoporosis y diabetes.

El déficit de Hierro es un problema frecuente en el
anciano, con una prevalencia en la población sevillana
del 44% en personas mayores de 65 años. A pesar
de que los aportes de hierro suelen cubrir en
poblaciones como la americana, existen numerosos factores
p r e d i s p o n e n t e s   d e   s u   c a r e n c i a ,   t a l e s   c o m o   l a
hipoclorhidria, las microhemorragias crónicas y el
consumo prolongado de antiácidos y antiinflamatorios.



La ingesta de Zinc de los ancianos suele ser inferior a
sus recomendaciones. Su déficit se asocia a una disminución de la inmunidad y de la cicatrización de las heridas, así como a una pérdida del gusto que
disminuye todavía más la ingesta.

El Selenio, que forma parte del sistema antioxidante
del organismo, también puede estar disminuido por
una ingesta menor de alimentos proteicos como la
carne.

El Cromo es un cofactor de la insulina imprescindible
para el metabolismo de la glucosa y de los lípidos, cuyo
aporte suele ser insuficiente en la dieta del anciano.








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